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Wednesday 18 de January de 2006, 00:00:00
Canal del Cristall - Prat d´Aguilo (14/01/05 - 15/01/05)
Tipo de Entrada: RELATO | 3991 visitas

Tras cada excursion acostumbro a escribir un relato para que nos facilite el recuerdo pasado el tiempo. Los relatos circulan en "petit comite" y este es el primero que decido subir a Madteam. Lo que pensamos seria una excursión más, se acabó convirtiendo en una invernal agotadora pero preciosa. Ha quedado un relato muy largo pero es que aun siendo solo dos dias, las vivencias y sensaciones han sido tantas...

Oscar, Jordi, Nicky y Felix en Prat de Cadi
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Oscar, Jordi, Nicky y Felix en Prat de Cadi
De camino a la canal
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De camino a la canal
Flanqueo bajo la roca de l´Ordiguer
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Flanqueo bajo la roca de l´Ordiguer
subiendo por la canal
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subiendo por la canal

Tercer fin de semana del año, estamos en pleno invierno y hay ganas de nieve. Finalmente hemos conseguido coincidir los siguientes miembros del Madteam: Oscar (Larryak), Felix (Narhinan), Nicky, Jordi (Jordi C), yo (kris) y mi perrita Brush (un terrier de apenas 7 kilos que habría sido mucho más acertado dejar en casa). A Nicky aún no la conocemos, esta será nuestra primera salida conjunta.

Jordi y yo dormimos en la furgona, en el primer punto de encuentro: Martinet. Aquí hemos quedado el sábado a las 7:30h con Oscar y Felix que suben juntos en un solo coche. La temperatura a estas horas es de -7,5ºC. En el interior de los cristales de la furgona la humedad se ha congelado, están completamente escarchados. A cambio de este frío intenso el cielo se nos muestra totalmente despejado, a pesar del pronostico desfavorable que tenemos para estos dos días.

Pasamos nuestro equipo al coche de Oscar y todos juntos nos dirigimos al 2º punto de encuentro: Estana. Aquí hemos quedado con Nicky. Para evitarse el madrugón se vino anoche a dormir a "Cal Baste" en un pajar que han habilitado con colchones y que por 2 euros te permite dormir arrullado con el sonido de ocas y gallinas. Completado el grupo expedicionario partimos a las 8:40h rumbo a Prat de Cadí, nuestro primer destino del día. Ya en el pueblo encontramos nieve y no nos abandonará en todo el fin de semana. Sabemos nuestro destino pero aún tenemos dudas en la ruta. Vamos cargados como burras con las mochilas de travesía para pasar noche en el refugio de Prat d´Aguiló pero aún no sabemos si ir por el camí dels Collets bajo el paredón del Cadí o bien subir por la canal de Cristall y recorrer el Cadí por lo alto hasta el pas dels Gosolans. En un principio el camí dels Collets es la ruta pensada, vamos muy cargados para subir por la canal, pero en el bar de Estana nos informan de que está en mejor estado la ruta de la canal, aún no hay cornisa en la parte alta y la nieve está blanda, por els Collets hay también mucha nieve, no hay traza y hay un par de pasos malos con mucha caída. Jordi y yo somos los únicos conocedores de estas dos rutas pero la canal no la hemos hecho nunca con nieve.

A las 10h llegamos a Prat de Cadí, hace frío pero el día está radiante y la vista del Cadí nevado nos cautiva. Mostramos al resto del grupo las diferentes canales y la de Cristall inmediatamente se apodera de nosotros, 600m de desnivel aparentemente vertical, hay dudas, yo le tengo ganas desde la vez que la subí sin nieve. Votamos democráticamente y se impone la decisión de la canal, decisión que posteriormente disfrutaría pero que también sentiría con toda mi alma, por llevar a la Brush casi al límite de sus fuerzas, más al límite de lo que nunca la había visto en sus 6 años de vida. Desde Prat de Cadí la traza continua hasta el pie de la canal de l´Ordiguer. Poco antes paramos para ponernos los crampones y sacar los piolets, a partir de aquí empieza la fiesta. Flanqueamos horizontalmente bajo la pared de la Roca de l´Ordiguer. Aquí ya toca abrir traza, me sitúo en cabeza y a cada paso me hundo hasta las rodillas. La nieve está seca y blanda. Hace frío (-2ºC) pero con el esfuerzo no se nota. Alcanzamos el inicio de la canal y empezamos a subirla por lo que sería el itinerario normal de verano siguiendo el PR, pero el grosor de la nieve, su estado y las enormes piedras que encontramos nos lo ponen difícil y nos hacen retroceder para intentar subir por el fondo de la canal, por una pala bastante inclinada pero lisa, sin estorbos de piedras. Son las 12 del medio día y continuo abriendo traza, hundiéndome hasta las rodillas.

Al piolet se le nota trabajar, llevamos un ritmo metódico y constante, clavar el piolet hasta la empuñadura... un pie... otro pie... sacar el piolet... clavarlo más arriba... un pie... otro pie... así metro tras metro avanzando lenta pero paulatinamente. Estamos disfrutando un montón, el día sigue radiante, la canal está preciosa y las ganas de subirla nos hacen olvidar el enorme peso que llevamos a la espalda, solo una cosa empieza a preocuparme, el grosor de nieve es más alto que la Brush, ha de caminar saltando de huella en huella y poco a poco la nieve se le va acumulando en el cuerpo congelándosele en el pecho y las patas, con esta pendiente y el peso que porteamos es impensable la idea de llevarla en brazos, tendrá que llegar arriba por sus propios medios.

La canal es preciosa pero también es muy pero que muy larga. En un saliente algo antes de la mitad del recorrido nos detenemos a contemplar el paisaje, algunas de las cámaras se niegan a funcionar, las baterías están heladas y nos cuesta conseguir cada foto. Remprendemos la marcha y dejo que me releven en la tarea de abrir huella para dedicarme a animar a la Brushy en su ya cansino y desesperado avance. Cuando nos queda aproximadamente una cuarta parte de la subida, Nicky y Felix se detienen un rato para descansar, Nicky necesita recuperar fuerzas, nosotros continuamos subiendo y les animamos a no detenerse demasiado rato porque vemos que el tiempo se nos está echando encima, las horas están pasando deprisa, demasiado deprisa, a este ritmo llegaremos de noche al refugio.

El último trozo de la subida se me hace interminable, la Brush ya no puede más, como no la puedo coger en brazos la ato con la correa a unos dos metros de distancia y voy tirando de ella para ayudarla en el esfuerzo. Tiene todo el pecho y las patas cubiertos de nieve helada, la nieve también le cubre la nariz y los ojos y constantemente me paro para limpiarla, sufriendo por que no se le congelen los lagrimales. La preocupación, el desnivel considerable, las horas que llevamos ya hundiéndonos en la nieve, el excesivo peso que tiene la mochila, la Brush estirando hacia atrás... todo junto consiguen agotarme y los últimos metros hasta el coll de la canal de Cristall se me hacen eternos. Arriba del todo la cornisa se ha comenzado a formar y nos cuesta superar este último resalte. Oscar y Jordi suben primero y me ayudan a llegar arriba. En lo alto, una fría niebla nos da la bienvenida y nos envuelve mientras descargamos las mochilas esperando a que lleguen Felix y Nicky.

Una vez todos reunidos, mientras comemos un tentempié e intentamos beber de las cantimploras congeladas, comentamos la situación, son las dos de la tarde, hace frío, estamos bajo cero, no sabemos lo que durará esta niebla ni sabemos que nieve encontraremos en el resto del recorrido. Nos quedan posiblemente más horas de excursión que de luz le quedan al día, la Brush está extenuada no quiere ni comer y nos planteamos la posibilidad de retroceder y bajar a dormir al pueblo. Retroceder significa volver a hundirnos en la nieve otra vez. Yo estoy muy cansada, he pillado un bajón y no me veo con fuerzas de llevar a la Brush en brazos todo el camino hasta el refugio. Finalmente decidimos continuar, esperamos que la nieve aquí arriba este algo más dura y que el grosor sea menor, ladearemos evitando el borde de la sierra para tener que hacer los mínimos cambios de nivel. La niebla no parece muy espesa y confiamos que no nos acompañe todo el camino. En los tramos en los que la nieve esté blanda portearemos a la Brushy turnándonos entre Jordi, Oscar, Felix y yo, de esta manera podremos ir descansando los brazos. Guardamos los piolos pero continuamos con los crampones puestos por lo que pueda ser.

Ya decididos continuamos nuestro agotado caminar, al poco la niebla se retira, no desaparecerá del todo y nos ocultará el sol el resto de la tarde pero por lo menos nos permite disfrutar de las vistas. Una hora y media más tarde alcanzamos el Pas del Cabirol. Ante nosotros un montón de metros en una bajada bastante empinada. La nieve ha formado cornisa y el principio es muy vertical. Sacamos de nuevo el piolet y encabezo la marcha. Al asomarme a la cornisa noto que me voy derechita para abajo, inmediatamente me giro, clavo el piolo y bajo de espaldas de nuevo metódicamente, paso a paso, pero esta vez sin el esfuerzo de la subida, menos mal porque los hombros, la espalda y los riñones empiezan a estar doloridos. Me sigue Jordi y uno tras otro todos vamos descendiendo. El peligro de este tramo obliga a la Brush a caminar de nuevo por su propio pie, de nuevo hundiéndose y congelándose. Hace horas que no para de tiritar. Aún con la preocupación y el cansancio no podemos por menos que disfrutar de la bajada, nos hundimos por encima de las rodillas pero el paisaje y la nieve están preciosos y el avance en el fondo, está siendo una gozada. Flanqueamos por la sierra Cabirolera procurando perder el menor desnivel posible, todo lo que descendamos lo vamos a tener que subir de nuevo para superar la próxima ladera que se nos avecina. Son las 15:30h y estamos ya a -7ºC, por suerte no corre nada de viento, apenas una débil ráfaga en algún momento que no llega a intensificar la sensación de frío.

Superado el tramo de bajada más inclinado de nuevo nos turnamos en el porteo de la Brush. Hacia atrás a nuestra derecha entre la niebla se filtran unas luces especiales, como ocres, que muestran el paisaje como difuminado y apagado, la visión es bonita, relajante, no así su significado, proceden de la puesta del sol que la niebla nos oculta, nos queda muy poco rato de luz. Llegamos a la última subida fuerte, sabemos que superada esta ladera el resto será bastante llano. El grosor de nieve sigue siendo considerable y tenemos que hacer el esfuerzo de subida de nuevo con la Brush a cuestas. A mitad de subida paramos para reponernos y beber algo. El liquido de las cantimploras está casi congelado. Beber nos sienta bien pero la parada nos hace coger frío a Jordi y a mi. Ya hace mucho rato que no hago fotografías, no me atrevo a sacar las manos de las manoplas por miedo a que me de un bajón de frío, las manos son mi punto débil. Por suerte tendremos el recuerdo porque Jordi si que va haciendo fotos. Apenas descansamos cinco minutos y continuamos ruta. La noche se nos está echando encima y la niebla a ratos también. Jordi y yo vamos sufriendo por el horario y nos miramos preocupados, queremos alcanzar el paso dels Gosolans antes de que la noche y la niebla nos impidan localizar el refugio desde lo alto, sabemos que ya no podemos evitar llegar de noche y también sabemos que la bajada del Gosolans no estará señalizada y que si bajando erramos el itinerario podemos perdernos por el bosque.

Las vistas de los acantilados y las cornisas de nieve son espectaculares y nos mantiene animados. La temperatura llega a -7,2ºC. Todo se está cubriendo de una capa de escarcha helada, las mochilas están blanquecinas, el pelo de Nicky que le sobresale del gorro está completamente blanco, la cabecita y el lomo de la Brush también, todo lo que está mojado está helado, las manoplas están como acartonadas, congeladas, el impermeable, en los trozos que se ha mojado por llevar a la Brush en brazos también está rígido, congelado, pero por fortuna nuestros cuerpos siguen manteniendo el calor necesario, el esfuerzo nos ayuda a mantenerlo y seguimos caminando. Al superar la cima de la punta Aguda una imagen preciosa consigue asombrarnos y detenernos a todos de golpe, una luna llena, completamente redonda, gordota y anaranjada resalta sobre un cielo de un azul intenso, casi oscuro. La luna se separa pocos palmos de la siguiente loma que tenemos delante coronada por una cruz. La cima, la nieve, la cruz, la inminente oscuridad, la inmensa y anaranjada luna... por unos instantes consiguen hacernos olvidar el cansancio y todas las preocupaciones, la sola visión de esta estampa justifica el esfuerzo del día. No podemos contener un OHHH al unísono que nos devuelve los ánimos y las ganas de bromear.

La niebla parece que decide mantenerse al margen, la noche hace ya rato que se nos acerca y nadie salvo la Brush, tiene frío, así que nos relajamos y continuamos caminando cansados pero con buen humor (el buen humor no lo hemos perdido en ningún momento). En el borde de los acantilados por los que continua nuestra ruta intentamos localizar el poste indicador del Pas dels Gosolans, por más que fijamos la mirada no conseguimos verlo, a partir de este momento queda bautizado con el nombre de "el puto palo" y loma tras loma superada, bromeamos maldiciendo no dar con él. Inevitablemente la oscuridad nos va alcanzando, ya tenemos una preocupación menos, la noche ya está prácticamente aquí. Superamos otra loma esta vez coronada por dos cruces y poco después vemos allá abajo el famoso poste indicativo, no se quien tuvo la genial idea de pintarlo de blanco. Foto de rigor junto al "puto palo" y contemplación conjunta de lo que nos queda, por fin vemos el refugio, no hemos llegado de día para localizarlo pero esta preciosa luna nos ilumina una silueta con forma de casita, lo único que queremos ver en estos momentos. Ya solo nos queda descender unos 500 m de desnivel por una pendiente muy inclinada. Aquí, como en todo el camino recorrido, tampoco hay trazas ni huellas que nos orienten. Ubicamos mentalmente el refugio por si bajando lo perdemos de vista y trazamos una línea imaginaria bajando a saco la ladera y bordeando el bosque para no liarnos.

Para allá vamos, de nuevo piolet en mano, la Brush a patita por sus propios medios. Encabezo de nuevo la bajada con Jordi a mis espaldas. Nos hundimos por encima de la rodilla. De nuevo sufro por la Brush, el único consuelo es que caminar de vez en cuando le va bien para que se mueva un poco. A pesar de la preocupación de nuevo disfruto de lo lindo con la bajada, la pendiente pronunciada, la ayuda del piolo, hundirme en la nieve virgen, el paredón del Cadí a nuestras espaldas, a mi derecha la ladera de nieve inmaculada resplandeciendo con la luz de la enorme luna, está tan baja que parece querer descansar sobre la pendiente, su luz produce cientos de pequeños brillos que nos rodean. La iluminación es tan intensa que no necesitamos frontales. Bajamos disfrutando, contentos de ver el refugio ya próximo.

Nos hundimos bastante en la nieve pero la pendiente facilita el andar. Bordeamos los primero árboles y llegamos a la zona más baja, ya casi estamos en la misma cota que el refugio, nos falta ya muy poco pero hemos ido a parar a unas lomas con unas vaguadas en las que nos hundimos hasta las ingles, en algunos momentos más incluso. Ahora que la pendiente vuelve a disminuir cojo de nuevo a la Brush en brazos y Jordi y Oscar se encargan de abrir huella. El esfuerzo es enorme. Jordi va muy cansado mental y físicamente, y tiene un bajón, la mochila le pesa mucho y le duele la rodilla, le fallan las fuerzas y no se ve con ánimos de abrir huella ni de portear a la Brush. Yo tengo los brazos agotados y tampoco me veo con fuerzas de llevarla a cuestas, así que aprovechando que Oscar y Felix están mejor físicamente de brazos ellos se encargan de turnarse en el porteo de la Brush y yo me dedico a abrir huella. La sensación es desesperante, el refugio está tan cerca... pero parece que no avancemos, incluso parece verse cada vez más lejos. Cada paso es un sufrimiento, la nieve me llega casi a la cadera y para conseguir sacar las piernas y dar un nuevo paso hay veces que he de recostarme sobre la enorme mochila. Cada paso es un esfuerzo. Las manoplas ya heladas se hunden de nuevo en la nieve una y otra vez intentando sacar las piernas y conseguir un nuevo paso que nos acerque un poquito más al refugio. Después de tanto caminar parece mentira que una distancia tan corta se vea tan y tan lejos.

Me voy girando para ver como van el resto, detrás mío va Jordi refunfuñando, cada paso es un esfuerzo para su rodilla, un poquito más atrás van el resto con la Brushy en brazos, ver el esfuerzo de ellos caminando dificultosamente con la Brush a cuestas me ayuda a sacar fuerzas para seguir abriendo huella y paso tras paso, en unos minutos que asemejan horas conseguimos muy poco a poco acercarnos al refugio. Por fin, ya muy cerca, el grosor de la nieve disminuye y podemos caminar con normalidad apenas hundiéndonos por debajo de las rodillas. De nuevo cojo a la Brush, el resto me adelantan y se dirigen hacia el refugio. Estoy agotada, los últimos pasos con la Brush a cuestas los hago más por inercia que por otra cosa. En los últimos metros me está esperando Felix, aquí la nieve ya es dura y puedo dejar a la Brush en el suelo. Mi única pregunta es: "está abierto?", si me llega a decir que no...

Son las 19:30h, llevamos 11 horas de caminata prácticamente sin comer ni descansar y el refugio libre, pequeño, con 10 literas, con colchonetas, almohadas y cuatro mantas nos parece todo un lujazo. No hay nadie más, solo nosotros y lo tomamos al asalto, en pocos minutos las literas de la parte alta quedan llenas de trastos, nos cambiamos la ropa por prendas secas y dejo a la Brush arropada en una de las literas superiores, sigue sin querer comer, se queda enroscadita desprendiendo vapor del hielo que se le va descongelando. Oscar, Felix y Nicky deciden cenar, Oscar trae nieve para fundir. Jordi se mete directamente en el saco tapado con la manta para recuperarse. Yo también me estiro unos minutos para recuperarme, este descanso me sienta de fábula y poco después ya me veo con ánimos de preparar unos macarrones de sobre, calentitos nos entran de maravilla. Jordi se recupera y después de cenar acabamos la velada sentados en circulo, arropados con los sacos, brindando este nuevo año con una copa de cava (de platico evidentemente) y unos bomboncitos. Un rato de risas reviviendo los momentos recién pasados, bromeando relajadamente y a poco más de las diez de la noche nos metemos ya en los sacos buscando ese merecido descanso. La Brush por fin bebe algo y la meto en el fondo de mi saco para que acabe de recuperarse, a mitad de la noche asoma asfixiadita de calor, está más espabilada y se queda tumbada entre Jordi y yo ya bastante recuperada.

La noche transcurre plácidamente, la temperatura en el interior se mantiene en 2º C y no pasamos frío. A las 8:15h ya estoy hartita de saco y me levanto a buscar nieve para preparar los cafés del desayuno. Poco después se van levantando el resto de la tropa y comenzamos a recoger los trastos. La mañana nos da la bienvenida con un aspecto frío, el sol se mantiene escondido por detrás del Cadí, por detrás también asoman nubes que ya nos anuncian que el día no será muy bueno. Desde la puerta del refugio puedo ver parte de las huellas que anoche abrimos bajando desde el Pas dels Gosolans, una insignificante línea sinuosa que parece mentira nos costara tanto trazar.

A las 10:15h conseguimos tenerlo todo recogido y emprendemos la ruta de vuelta. En un principio habíamos pensado volver por els Collets pero sabiendo que no hay traza y que nos hundiremos igual que ayer, decidimos volver por la pista que nos conducirá a Montellá y posteriormente a Martinet, ahí tenemos la furgona y podremos subir a Estana a recoger el resto de coches. La Brush está muy recuperada pero aún así en los primeros kilómetros de pista la nieve vuelve a superar su altura y entre Jordi y yo nos turnamos para portearla en algunos momentos. Con tanta nieve no parece realmente una pista y el recorrido es más llevadero de lo que esperábamos, aún así se hace larga. A medida que perdemos cota el grosor de nieve disminuye y a mitad del recorrido encontramos roderas de Jeeps que nos facilitan el caminar. El día continua tapándose y caen minúsculos copos. En las últimas lazadas de la pista ya hay muy poca nieve y acortamos campo a través hasta Montellá. Llegamos a las dos menos cuarto. Aquí dejamos las mochilas con Oscar, Felix y Nicky que van en busca de un bar. Jordi y yo más ligeros de peso bajamos por el camino antiguo hasta Martinet para recoger la furgona y volvemos a buscarles. De aquí ya nos dirigimos a Estana y nos despedimos tomando un café en Cal Baste, nos pidieron que a la vuelta les avisáramos de que estabamos bien. Dejamos una nota en el libro de piadas y nos marchamos rumbo a casa dejando tras de nosotros un cielo cada vez más encapotado que ya deja caer una nevadita un poco más intensa.

Ha sido un fin de semana diferente, montañero como la mayoría, pero muy muy intenso. Empecé con las invernales el año pasado y creo que esta ha sido la más invernal de todas. La preocupación por la salud de la Brush ha sido la parte negativa, por lo demás... las sensaciones han sido estupendas, la canal... una gozadita, la bajada dels Cabirols... disfrutona, las vistas de los acantilados con los cantos de nieve... espectaculares, la bajada dels Gosolans abriendo huella con la luna llena a nuestra vera... una maravilla, el espectáculo de la luna en si misma, en medio de la noche, como dijo Felix... poesía en directo, incluso el penoso y desesperado avance de los últimos metros ha dejado buen sabor de boca. Ha sido una travesía que se podía haber complicado mucho y que podía haber terminado bastante peor, pero la niebla se comportó y el viento nos hizo el gran favor de no acompañarnos. El resultado ha sido un fin de semana para recordar, rodeada de buenos amigos, un montón de vivencias que intensifican el compañerismo y la amistad. No se que tendrá Madteam... que toda la gente que lo forma... es estupenda.

 




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